20 de agosto de 2024
En este artículo, exploraremos las complejas intersecciones entre el amor y el comercio en el contexto del sexo comercial. Analizaremos cómo estas dinámicas afectan las relaciones de pareja, la autoimagen y el rol de las mujeres en la sociedad. También abordaremos las categorías intermedias que surgen en estas relaciones y cómo las mujeres navegan entre la subordinación y la emancipación. Finalmente, discutiremos el impacto del enamoramiento y las normas de monogamia en este contexto.
En nuestra sociedad, el amor romántico y el comercio parecen estar en constante conflicto. Las mujeres entrevistadas a menudo asocian el amor con la legitimación de su sexualidad, mientras que el sexo comercial se ve como una actividad separada y, a veces, incompatible con las relaciones de pareja. Este conflicto se manifiesta en la forma en que manejan sus relaciones y en cómo perciben el amor y el dinero.
El dilema entre amor y comercio puede llevar a una melancolía romántica y al endurecimiento del corazón. Algunas mujeres optan por no tener pareja para evitar conflictos, mientras que otras reconsideran sus relaciones desde una perspectiva más materialista. Este endurecimiento emocional es una respuesta a la tensión entre los sentimientos románticos y las necesidades económicas.
Las mujeres también distinguen entre el amor material y el amor contingente. El amor material se basa en la expectativa de ser mantenidas económicamente, mientras que el amor contingente no requiere exclusividad sexual. Estas categorías reflejan la complejidad de las relaciones en el contexto del sexo comercial y cómo las mujeres navegan entre el amor y el comercio.
El sexo comercial introduce dilemas y conflictos en las relaciones amorosas. Las mujeres que se dedican a esta actividad enfrentan desafíos únicos en el terreno sexual, emocional y económico. La necesidad de separar el sexo como un servicio de la expresión de afecto puede desgastar la relación. Además, los celos y la inseguridad son comunes, ya que la pareja puede sentirse amenazada por la naturaleza del trabajo.
Muchas mujeres en el sexo comercial consideran que las relaciones de pareja son incompatibles con su trabajo. Algunas optan por no involucrarse en relaciones amorosas para evitar complicaciones. Esta autoexclusión del mercado matrimonial es una estrategia para protegerse emocionalmente y mantener su independencia.
La percepción de que el sexo comercial las pone fuera del mercado matrimonial lleva a muchas mujeres a evitar relaciones de pareja. Esta autoexclusión es una forma de protegerse de posibles desengaños y mantener su independencia económica. Sin embargo, también puede generar sentimientos de soledad y aislamiento.
La posibilidad de formar una pareja se construye como mutuamente excluyente respecto de la continuidad en el sexo comercial. Aunque esta concepción puede matizarse, el sexo comercial resulta problemático para los vínculos amorosos de pareja en varios aspectos que desarrollaré en los siguientes apartados: en el terreno sexual, por el desgaste y la complejidad de darle diferentes significados a las prácticas sexuales (como un “servicio” o como expresión de afecto); en lo emocional, por las dificultades de manejar tanto el enamoramiento como los celos o inseguridades que generaría en la pareja; y en lo económico, por el riesgo de perder su independencia o terminar manteniendo a un “fiolo”.
En esta sección, exploramos las categorías intermedias que surgen en las relaciones dentro del contexto del sexo comercial. Estas categorías no se ajustan completamente a la dicotomía tradicional de comercio e intimidad, sino que representan una mezcla de ambos mundos.
En el terreno de las parejas y los vínculos con maridos-proxenetas, los relatos de mujeres como Úrsula, Beatriz y Mabel demandan una lectura más allá de ser considerados como casos aislados. El acto insubordinado de librarse de los proxenetas cambia la posición de las mujeres y puede habilitar a percibir las relaciones entre sexo, amor y dinero bajo otra luz. Dedicarse al sexo comercial sin un marido-proxeneta puede significar una puesta en cuestión de las visiones más románticas, que si bien no implican necesariamente una sumisión de las mujeres, pueden exponerlas a una mayor vulnerabilidad.
El sexo comercial como fuente de ingresos puede transformar la visión del rol de proveedores de los varones. Beatriz, por ejemplo, pudo salir de la situación que la oprimía y aprender a manejar su propio dinero. En todas las experiencias de explotación por parte de maridos-proxenetas, las mujeres relataban haber aprendido, "darse cuenta" de esta situación y buscar alguna forma de revertirla. Salir de estos vínculos de explotación es un movimiento que puede resultar costoso y difícil, pero estas mujeres pueden ejercer su capacidad de agencia.
Una percepción positiva de la independencia económica y la relativa autonomía que les proporciona el manejar sus ingresos permite a estas mujeres mirar con otros ojos su situación. La posición defensiva frente al peligro de entablar una pareja y quedar bajo el poder de un marido-proxeneta habilita un intersticio de independencia económica. Sin embargo, esta independencia no elimina la estigmatización, la violencia de la policía o de clientes, el desamparo legal, la criminalización y los costos en términos subjetivos, especialmente para aquellas más románticas que ligan sexo y amor.
En el contexto del sexo comercial, el enamoramiento puede ser visto como una fuerza peligrosa. Las emociones ligadas al amor romántico suelen experimentarse como liberadas de las reglas sociales, pero para quienes hacen sexo comercial, enamorarse de un cliente es visto como un indicador de inexperiencia. Este sentimiento puede desorganizar las relaciones sociales y emocionales que las mujeres tienen organizadas. Por ejemplo, puede sobrevenir el sentimiento de culpa y malestar, especialmente cuando sus parejas no están al tanto de su actividad.
El enamoramiento puede hacer difícil sostener las divisiones entre el sexo comercial y el sexo como expresión de afecto. Las mujeres deben luchar por mantener la diferenciación contra la cual embate el enamoramiento, que reclama el monopolio sobre la sexualidad. En este contexto, el amor se convierte en una emoción inmanejable que puede provocar una desorganización del esquema emocional y la ecuación moral.
El amor romántico, ligado a la idea de matrimonio como utopía, puede ser muy productivo para sostener las fronteras que separan los encuentros de sexo comercial de aquellos que pertenecen a la esfera de la intimidad personal. Sin embargo, las dificultades para reconciliar afectividad y sexualidad en el ámbito de una pareja a veces producen una visión idealizada del erotismo. Esta mirada romántica y melancólica sobre el amor puede ayudar a mantener la ilusión de intimidad en el sexo comercial, mientras se aleja de la vida cotidiana.
Las múltiples relaciones sexuales que una mujer tiene en el sexo comercial presentan un desafío a las reglas convencionales de las parejas monogámicas. Las relaciones poliamorosas o las parejas abiertas suponen algún tipo de contrato sexual –incluso con más reglas– entre los y las participantes. Así también el trastrocamiento sobre los criterios sociales acerca de la fidelidad sexual que ocurre en el sexo comercial implica la necesidad de reconfigurar los límites permisibles. Y esto no es una tarea que deban acometer únicamente las mujeres, sino también sus parejas. Si para las propias mujeres que se dedican al sexo comercial es a veces complejo establecer límites claros, para sus parejas varones resulta más espinoso comprender la división personal / laboral. Establecer un acuerdo se dificulta pues “el tema este del trabajo a los hombres es como que les cae medio…que no lo entienden mucho” como me dijo Irene y me explicó que “muchas veces nos dicen que lo hacemos porque nos gusta”. En la incapacidad de comprender las distinciones entre el sexo-servicio y el sexo-amor, a veces los varones proyectan el imaginario de la “puta lujuriosa” sobre sus parejas. La doble moral patriarcal permite la existencia de complementos extramatrimoniales para la sexualidad masculina, pero las prostitutas deben estar fuera y no dentro del matrimonio.
Cuando un marido no puede comprender “esto del trabajo” pues se sentiría amenazado en su monopolio sobre la sexualidad de su esposa, probablemente se le ocultará. Pero además de proteger así el vínculo amoroso, la propia institución matrimonial merece ser respetada y ello obliga a negar (y negarse) cualquier placer por fuera de ella.
Hace diez años atrás que estaba casada, sí, yo ya, digo, bueno, esto era exclusivamente el trabajo y punto, viste, no había un… algo que podía darme vuelta de decir: “Ah, me gusta esto y hago”, no por el respeto al, al matrimonio que tenía ¿No? (Doris)
El sexo comercial pone a estas mujeres en contacto frecuente con una sexualidad que ellas conciben como propia de los varones, despojada de un vínculo amoroso o afectivo y, en tanto muchos clientes son casados, implicada en una traición al pacto monogámico de una pareja supuestamente amorosa. Esto produce una asimilación de los rasgos percibidos en los clientes con una suerte de esencia o cara oculta del “ser humano” o al menos de los varones. De allí que la veda amorosa que pesa sobre las relaciones con clientes acabe por extenderse a las relaciones por fuera del sexo comercial. Doris me decía: “Tal vez hoy estoy viendo mucho la realidad, y es feo también ver mucho la realidad, porque es como que esa fantasía se te va también, viste, ya ver tan, tan crudo todas las cosas…”. Para algunas esta visión rompía la “fantasía” del amor romántico que enlaza sexo y amor, o ponía en el plano de la fantasía los vínculos amorosos al contrastarlos con la “realidad”. Este impacto se registra con más fuerza en los testimonios de las mujeres de mayor edad. Ellas, en general sostenían miradas más románticas, usualmente tenían más años en el sexo comercial y más desengaños en sus relaciones amorosas.
Sin embargo, las relaciones en el sexo comercial no siempre están desprovistas de afecto y emociones, y algunas entrevistadas también contaron haberse enamorado de clientes. Comprender esos procesos nos puede dar una imagen más amplia del papel que juega el enamoramiento en el sexo comercial y cómo se vincula con las distintas concepciones de amor.
La tensión del secreto puede manejarse de diferentes maneras en el marco de los vínculos de pareja. Además de la revelación, la secreción y la comunicación a las que me he referido en el capítulo 4, el ocultamiento puede mantenerse en el contexto de pareja y ser costeado de diversas formas, por ejemplo con trabajos domésticos en el hogar. Nelly contrapesaba su relativa independencia y autonomía de horarios y movimientos, sin rendir cuentas a su marido, siendo servicial en el hogar:
Yo siempre fui una persona de carácter… muy fuerte, yo hago lo que quiero, a mí no me mandan, a mí no me preguntás a qué hora voy, a qué hora vengo, si total vos tenés tu casa, tu comida, tu ropa limpia, todo a horario. (Nelly)
Nelly prefería hacer trabajo doméstico como forma de asegurar su secreto. La comunicación del secreto resultaba inabordable para la mayoría, la sola idea de que sus parejas pudieran enterarse de la actividad que realizaban les suscitaba una gran preocupación. Simmel (1906) planteaba que en una pareja o matrimonio deben mantenerse ciertos aspectos secretos como forma de evitar la rutinización del vínculo y mantener cierta seducción en marcha. Pero el contenido estigmatizante de este secreto difícilmente pudiera tener esos efectos y se transforma en una carga difícil de sobre llevar para mujeres dedicadas al sexo comercial.
En el ámbito del sexo comercial, las relaciones de poder y vergüenza son comunes. Las mujeres a menudo sienten vergüenza frente a otras mujeres y también desarrollan lazos afectivos con sus parejas. Esto dificulta la diferenciación clara entre maridos y proxenetas. Sin embargo, con el tiempo, las mujeres pueden aprender a reconocer estas diferencias y reaccionar ante la explotación.
La distinción entre maridos y proxenetas no siempre es clara. Las relaciones económicas y afectivas se entrelazan, creando una zona gris. Las mujeres pueden experimentar sentimientos amorosos hacia sus parejas, lo que complica aún más esta diferenciación. A pesar de esto, algunas mujeres logran identificar y reaccionar ante la explotación, buscando alternativas para su bienestar.
Las mujeres en el sexo comercial a menudo buscan alternativas para mantener su independencia económica. Estas alternativas pueden incluir el mandato de manutención hacia futuros pretendientes o la valoración de su independencia económica. Estas estrategias les permiten navegar mejor las complejidades de sus relaciones económicas y afectivas.
La independencia económica no solo proporciona seguridad financiera, sino que también empodera a las mujeres para tomar decisiones más informadas y autónomas en sus relaciones.
En el mundo de las relaciones económicas, la explotación y el afecto juegan roles importantes. Es crucial entender cómo estos factores influyen en nuestras decisiones financieras diarias. Si deseas aprender más sobre cómo manejar tu dinero de manera inteligente y encontrar las mejores opciones de tarjetas de crédito y préstamos en México, visita nuestro sitio web.
En resumen, el análisis de las relaciones entre el sexo comercial y los vínculos afectivos revela una complejidad significativa. Las mujeres que se dedican a esta actividad enfrentan desafíos emocionales y económicos que afectan sus relaciones de pareja. La dicotomía entre el amor romántico y las transacciones económicas crea un escenario donde los sentimientos y el dinero se entrelazan de maneras inesperadas. Las estrategias para manejar estos desafíos varían, desde el endurecimiento emocional hasta la búsqueda de independencia económica. Es crucial entender estas dinámicas para ofrecer apoyo adecuado y reconocer la diversidad de experiencias en el mundo del sexo comercial.
La dicotomía entre amor y comercio se refiere a la tensión entre los sentimientos románticos y las transacciones económicas en las relaciones de pareja. Muchas veces, las personas sienten que deben separar el amor verdadero del intercambio de dinero.
El sexo comercial puede generar dilemas y conflictos amorosos, ya que introduce elementos económicos en las relaciones íntimas. Esto puede llevar a problemas de confianza y a la autoexclusión del mercado matrimonial.
Las categorías intermedias en las relaciones incluyen términos como cliente-amigo o amante-renta, donde las relaciones no son completamente comerciales ni completamente románticas. Estas categorías muestran la complejidad y la maleabilidad de los vínculos.
Las mujeres pueden emanciparse al liberarse de proxenetas y manejar su propio dinero. Esto les permite tener independencia económica y cuestionar las visiones tradicionales de los roles de género.
El enamoramiento y el amor pueden ser complicados en el contexto del sexo comercial. Muchas mujeres experimentan un endurecimiento del corazón o una licuación del amor, donde los sentimientos se vuelven más difíciles de manejar.
El secreto y la monogamia en el sexo comercial son difíciles de mantener. La necesidad de ocultar la actividad puede complicar la comunicación y la confianza en la pareja, y las normas monogámicas pueden ser desafiadas.